Sábado, 12 Noviembre 2022 19:23

LA CLINICA DEL Doctor SAMUEL GROSS de THOMAS EAKINS 1875

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                    La pintura representa al doctor Samuel Gross del Jefferson Medical College de Filadelfia, vestido con levita negra, y en la mano un bisturí ensangrentado. El doctor de setenta años emerge en el centro de este cuadro mientras sus ayudantes también con levitas prosiguen con la intervención. Todo el cuadro es una verdadera lección de historia del siglo pasado. No existe ningún tipo de asepsia, a pesar de que unos años antes el cirujano inglés Joseph Lister, había demostrado que las infecciones quirúrgicas podían reducirse drásticamente si se implantaban unas medidas higiénicas estrictas.

            Esta obra se pintó en 1895, y hasta quince años más tarde los guantes de goma no entraron en los quirófanos y lo hicieron no por higiene, sino por una historia de amor: el cirujano Halsted los concibió para proteger las manos de su enfermera-amante de la acción de los potentes antisépticos que se usaban en aquella época.

               

             

              El cirujano está operando a un enfermo de osteomielitis del fémur, una infección ósea que solo la cirugía podía curar en los tiempos en que no existía los antibióticos, gracias al científico británico Alexander Fleming en la década de los 40. El paciente sin embargo ya se beneficia de la anestesia-el médico del fondo- fueron muchos los científicos que colaboraron en el avance de este importantísimo descubrimiento, siendo el último  Horace Bell, dentista de Conneticutt en 1844. Su nombre no es suficientemente conocido porque no quiso patentar su descubrimiento, esgrimiendo que verse libre del dolor debía ser ten gratuito como el aire. 

                  El anestesista aplica unas gasas empapadas de éter, en la cara del enfermo, lo que le proporciona una intervención indolora. A pesar de ello, una mujer, puede ser su esposa, o su madre, se tapa la cara horrorizada. En primer termino aparece una caja de instrumentos. El propio artísta se autorretrata en primera fila, tomando apuntes de la intervención. El resto de los personajes se insinuan en la oscuridad, contrastando con la luz que ilumina en campo de operaciones, y sobre todo en la cabeza del cirujano, el gran protagonista del cuadro.

                        THOMAS EAKINS, sentía pasión por la anatomía lo que le llevó a matricularse en la Facultad de Medicina. THE GLOS CLINIC es su mejor y más famoso cuadro, aunque cuando lo presentó causó un verdadero escandalo por su crudo realismo. 

                     

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ALIET VALLÉS

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