Miércoles, 05 Enero 2022 19:38

LAS BATALLAS PERDIDAS de Jaime Tomás

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             En primer lugar le doy las gracias a Jaime Tomás, porque desde que leí su libro, prácticamente en el tren que me trajo desde Barcelona a Jaén, a finales de septiembre del 2021, con sus 343 páginas inspiradísimas, se me encendió la "bombilla", y vi claramente que era justo el libro que me hubiera gustado escribir. Versa sobre el pueblo de mis antepasados,  Mequinenza.

      Como la visión de San Pablo cuando se cayó del caballo, supe que jamás escribiría un libro así. Interrumpí el manuscrito que tenía en mi word, con un título precioso; así daba por finalizado mi trabajo de casi 7 meses con sus cientos de horas. Pero la cosa no quedó ahí, decidí sustituir la escritura por la lectura diaria, salgo a una 18 horas a la semana. Como penitencia y como bendición. 

           "LAS BATALLAS PERDIDAS" empieza con un flashback, estamos en mayo de 1962, las campanas tocan a muerto, hace dos días que en Mequinenza no se habla otra cosa que la muerte de Cinteta, el ataúd preside la ceremonia frente al altar, cuyo retablo de madera se quemó hace treinta años cuando empezó la guerra, y el pueblo quedó en zona roja, todo esto lo cuenta Daniel, su amigo desde que eran niños, y enamorado de ella en secreto.

             En esta novela Jaime Tomás nos ofrece un retrato de la España de antes y después de la Guerra Civil, transitando por ambos tiempos históricos, de una forma muy eficaz, cada capitulo es un año distinto. El segundo capítulo pasa a 1949, agosto, cuando Cinteta con 18, y su padre vuelven a Mequinenza, desde Barcelona En el tercero  vuelve a echar la vista atrás a 1935...

              A lo largo del libro nos va describiendo unos personajes extraordinarios en su cotidianidad, el médico, el cura, los mineros, la maestra, los vecinos, las amigas, los chicos...y también cómo era el pueblo, la escuela el orgullo del pueblo, un edificio de piedra bien tallado con dos pisos, frente al puente del Ebro, (hoy museo) su campana, cuando a las 12 en punto sonaba para que los hijos de los mineros, llevaran la comida a sus padres a las minas. En el cuarto capítulo el autor te lleva al mes de septiembre, pero del año 1949, y por qué este mes, porque es la festividad de la patrona Santa Agatoclia. 

                Javier Tomás narra con elegancia y con recursos: "El verano del cuarenta y nueve había sido especialmente caluroso. Los campos crujían al pisarlos como si estuvieran alfombrados de pequeños huesos, y los árboles esperaban exhaustos las lluvias de otoño, solo los márgenes del río (Ebro) mantenían una franja de vida...después de la siega y de recolectar la almendra Menensa (así denomina el autor a Mequinenza)

                    Todo lo que cuenta Javier Tomás es absolutamente cierto, bien es verdad que esta novelado, por alguna razón, nunca leemos Mequinenza, cosas de las editoriales, digo yo.

                Capítulo 5: año 1935, enfrentamientos entre el alcalde, algunos de los dueños de las minas y los sindicatos mineros.

                Capítulo 6: año 1950, volvemos a la familia de Cinteta, la protagonista de esta novela. La fiestas de la santa acababan de empezar, todos los días había doble sesión de baile, allí conoce a un chico del que se enamora locamente, a pesar que su mejor amiga le advierte que no le gusta, y su padre igual,  tiene fama  de bebedor. Qué verdad más grande lo que dicen los clásicos, el amor es ciego, porque desde que se casan  empiezan realmente los problemas.

                En el Capítulo 14 y 16, se desarrolla en el año 36, con el triunfo del Frente Popular, había una gran actividad, los mineros habían convocado una huelga, casi todos pertenecían a la CNT y la UGT. Frente a la puerta del Ayuntamiento, había una decena de milicianos, muchos de ellos armados con un máuser, todos lucían en el cuello, pañuelos anarquistas . A quien le gusten la novelas con fondo sobre la guerra civil, lo van a encontrar en este libro.

                 LAS BATALLAS PERDIDAS es un maravilloso libro, no solo  de lectura obligada a todos los mequinenzanos, sino a los que no lo son. Te remueve algo dentro, manipula las emociones sin que te des cuenta, y además lo hace con una prosa muy bien construida, y una buena documentación. Los personajes son cercanos, te identificas con ellos, vives lo que están viviendo; el tiempo se te pasa volando. 

                   Cómo no engancharte, cuando lees cosas como estas: 

        "Cuando Cinteta era niña su madre le dijo estas cosas tan hermosas "Los armarios guardan nuestros suspiros y no hay que dejarlos escapar. Son como gorriones chicos, inquietos y asustadizos. Si abres la puerta podrían salir volando y morirían de añoranza perdidos en casas ajenas. Por eso es mejor guardar los suspiros para que nadie los vea, y cuando tengas mil suspiros, con sus pedazos, podrás construir un sueño" 

                   

                       

            

              

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