Mis abuelos, gente sencilla y sin antecedentes musicales, determinaron que su primogénita tocara el piano. Mi madre con 12 o 13 años, os hablo del año 1938, la sentaron por primera vez frente a un teclado, el de su profesora doña Elena, que había recibido clases del mismísimo Enrique Granados; pasado el tiempo, tuvo uno de alquiler, y cuando mi abuelo consiguió un trabajo fijo como cobrador de la Alsina Graell, le compraron un piano de segunda mano, en realidad era una pianola/piano, una vez sacada la maquinaria, desplegó unas posibilidades ilimitadas.- ¡ Nunca se desafinó! - decía mi madre, y eso que encima de sus cabezas tenían la típica azotea andaluza.
Quiero dedicarle a mi madre este post, acompañada de su mejor amigo, EL PIANO.
El general Franco acababa de ganar la guerra civil, y para reforzar su poder se alió con la iglesia católica, ambos estamentos dieron al traste con la cultura y las libertades, las más perjudicadas fueron las mujeres, su misión era casarse y tener hijos. (enfermeras, maestras y poco más...) Mi madre no se libró de esta ideología, por eso nunca dio conciertos (solo los de fin de carrera, en Portugal), y en casa, para sus amistades. Tampoco pensó en trabajar dando clases (de soltera sí), el hombre era el que tenía que traer el dinero a casa. Pero su familia, o sea, mi padre, mi hermano y una servidora, sí disfrutamos oyéndola tocar (hasta que la enfermedad del Parkison, la detuvo) Tenía un repertorio variado, música ligera, como tangos, pasodobles... y naturalmente, los clásicos: Beethoven, Liszt, Albéniz, y como no, a Chopin.
¿Qué tiene Chopin que tanto nos gusta? Cuando llegó a París con 21 años, (1831) destacó de inmediato por su extraordinaria personalidad. Allí encontró la refinada aristocracia y la intelectual burguesía que tanto le convenía para su arte de componer y tocar. Frederic Ghopin, tenía una técnica propia, sus dedos corrían por el teclado con una profunda dulzura, evocadora y nostálgica. Es el poeta del piano.
Chopin, o tuvo suerte, o fue insoslayable. Vivió el período más romántico de la música pianística. De aspecto pálido, y complexión lánguida, murió de tuberculosis a los 39 años. Fue el paradigma de tu tiempo.
Tocaba maravillosamente el piano, por eso compuso una música insuperable. Hay que ser muy buen pianista, para extraer de sus notas, no solo la técnica, dificilísima, sino también el sentimiento que encierran. De naturaleza retraída, prefería los pequeños auditorios. Un día la escritora George Sand, (pseudónimo por la que se conoce a Aurora Amantine Lucille) quedó prendada al oírlo tocar, en cambio él, salió corriendo; y es que vestía como un hombre, fumaba como un carretero, escribía libros, y encima con éxito. Escribió "no soy ni guapa ni fea". Para seducirlo, como solo ella sabía, se presentó arregladísima a un concierto, llevando un vestido blanco y rojo, los colores de la bandera polaca; desde entonces empezaron a verse. George Sand fue una coleccionista de amantes. Tenía una personalidad muy fuerte. Vivieron diez años juntos, el tenía 26 años, ella 34.
Al poco tiempo Chopin empezó a toser mucho, fueron al médico, y les dijo que tenía una afección pulmonar, y necesitaba un clima más cálido. Como el embajador español en París, era amigo suyo, le recomendó Mallorca, y eso hicieron.
Este recorrido está narrado por la propia George Sand, " Viaje de invierno" donde cuenta todo los que les pasó, desde que salieron de París hasta Barcelona, de aquí, repletos de baúles zarparon en un vapor a Mallorca. Es la triste realidad, pero todo lo que cuenta es malo, y no es para menos.
Ellos que iban buscando tranquilidad y buen clima, nada más llegar, se encontraron la isla superpoblada, estamos en pleno período de la 1ª Guerra Carlista, y mucha gente de la península se había ido allí. Les costó encontrar alojamiento, después de mucho buscar hallaron una Fonda. Se me ha olvidado decir, que no viajaban solos, les acompañaban los dos hijos de ella, al poco, se instalaron en una casa en las afueras de Mallorca, era conocida como la "Casa del Viento", y ahora sabrán por qué.
Durante un mes hizo buen tiempo, lo que llenó de energía y vitalidad al pianista polaco; pero con la llegada del invierno, vinieron los fríos, y en esta casa corría un viento tremendo, tanto que Chopin cayó enfermo. Llamarón al médico, - Tuberculosis - no se lo podían creer, en París no le habían dicho eso. Llamaron a otro médico, y a un tercero. El mismo diagnóstico.
Los tuberculosos necesitan estar apartados en un entorno verde, son las normas sanitarias. Así que los mandaron a la CARTUJA DE VALDEMOSA, a 15 km de Mallorca. Ahora está muy bien restaurada, pero cuando llegó Frederic Chopin, George Sand y sus dos hijos, era un triste convento recién abandonado por la desamortización de Mendizábal, que pertenecía al estado, y como tal, cobraba por las celdas. Le dieron la más grande, tenía dos habitaciones amuebladas. Estuvieron del 8 de noviembre de 1838, al 11 de febrero de 1839. Por supuesto no podía faltar un piano, el primero fue alquilado, muy malo, que Chopin tuvo que soportar; hasta que le llegó un piano "Pleyel", desde la misma fábrica de París. Lo pasaron canutas, mal tiempo, los niños quejosos; ella no podía escribir, tenía muchas cosas que atender, incluso hacer de enfermera; tampoco cayeron simpáticos, los mallorquines empeoraron la situación; y encima, la salud del compositor empeoró.
Pese a todo Chopin trabajó, escribió algunas mazurcas, algunas polonesas y sobre todo algunos de sus famosos preludios, un género menor que renovó radicalmente, (24 en total) el más conocido es el nº 15, bautizado con posterioridad "El preludio de la Gota de Agua", ya que repite insistentemente la nota, "la bemol", que semeja a una supuesta gota.
P.D. El cuadro (1838) pertenece al pintor francés Eugène Delacroix, aparece el pianista y ella. La pintura se separó para venderlas por separado; por eso el retrato de Chopin está en el Louvre, y el de George Sand en Copenhage.