Todos sabemos que Arturo Pérez Reverte es el escritor con más lectores de la literatura actual, y aunque no hayamos leído aún ningún libro suyo, todos lo conocemos como articulista "Patente de corso" desde hace muchos años en el XL Semanal; y los que le siguen en twitter, dicen que siempre llama a las cosas por su nombre, sus comentarios no dejan indiferente a nadie. Para más inri, desde el 2003, es miembro de la Real Academia Española.
Pero hasta hace una semana no había leído un libro suyo, y me estrené con esta joyita de 168 páginas que devoré en dos bocados.
El sr Pérez Reverte nos presenta una novela de corte policíaco para unos, y fábula para otros, de fuerte carga simbólica, donde rige la lealtad, el compañerismo y la supervivencia... y lo hace a través de unos perros que sin perder su condición de animales, hablan y razonan como nosotros; pero mientras lo lees, no te parece extraño. Reverte con una prosa ágil, te toca la fibra más sensible del corazón, pero sin sensiblerías.
Las vidas de Negro, nuestro protagonista, perro mestizo, cruce de mastín español; su amigo Teo, Boris el Guapo y otros muchos perros se desarrollan en un escenario perruno. Naturalmente donde hay perros hay humanos. Ahora sí que viene a cuento decir mi frase preferida de la película "Senderos de Gloria" de Stanley Kubrick. "Hay momentos en que me avergüenzo de pertenecer a la raza humana..." y esta novela va de eso.
El final es muy bonito. El guiño que hace a otra de mis pelis favoritas, curiosamente también de Kubrick, suma puntos. Lloré, lo admito, no lo pude aguantar, pero en otras, me harté de reír.
No soy una crítica profesional, leo lo que me gusta. Ya lo decían los clásicos, en literatura solo saben los que leen.